La fotografía de obras de arte es una disciplina técnica en la que la reproducción veraz del objeto retratado es el objetivo primordial.

Para conseguir esto hay que tener tres cosas en cuenta:

1 La ausencia de brillos – 2 Una iluminación homogénea – 3 Asegurar un color fidedigno.

Para la total eliminación de los brillos se usan filtros polarizadores, tanto en las fuentes de luz como en la cámara.

También hay que tener presente que para lograr una iluminación homogénea la distancia y ángulo de la fuente de luz tiene que ser la adecuada y así evitar que una zona de la obra reciba mas luz que otra.

El tercer factor clave es la fidelidad del color, para esto se usa una carta de color de referencia y así calibrar la cámara para más tarde en la fase de retoque conseguir la mayor fiabilidad entre el original y la fotografía.

Para poder llevar esto a cabo hay que contar con lentes y cámaras profesionales con gran definición y contraste, equipo de iluminación de estudio de gran continuidad en temperatura de color y calibradores de pantalla que garanticen que las imágenes cumplirán las más altas exigencias a la hora de imprimirlas.