Repasando nuevamente mi viaje a la India de hace unos años, he encontrado esta fotografía tomada en una iglesia de Kerala a un cura que por allí andaba en el ejercicio de su profesión.
Me llamó poderosamente la atención su mano con los nudillos llenos de callos, señal inequívoca de que no solo de espiritualidad vive el hombre y este en concreto, aparte de sus labores pastorales se dedica también a otras más mundanas.